El Kiosco de las Musas, el regalo de Porfirio Díaz que escandalizó a los tapatíos.


El Kiosco de las Musas, ubicado en la Plaza de Armas, frente a Palacio de Gobierno, es una visita obligada cuando se recorre el centro de la capital de Jalisco, sin embargo su historia comenzó de manera muy distinta, llegó como un regaló indeseado y mal visto, pero ahora consolidado como uno de los baluartes de Guadalajara.

Durante la primera década del siglo XX, específicamente en el año 1909, Porfirio Díaz vivía sus últimos años como presidente de México y en la celebración por el 99 aniversario de la independencia de nuestro país, envió un regalo a Jalisco, un Kiosco que actualmente es de los más representativos en el occidente de México y uno de los elementos que dan vida al centro tapatío.

La pieza, fue creada y forjada en París por la empresa D’art, D’uval D’osne, es de hierro y consta de un Kiosco que es sostenido por ocho “cariátides”, cada una de ellas porta un instrumento musical, además, cuenta con un techo elaborado con finas maderas que ofrecen una resonancia especial; todo, sostenido sobre una base de cantera.

Y aunque actualmente es una estructura que todo tapatío admira, en aquella época en que llegó a nuestras tierras fue motivo molestia y escándalo entre algunos sectores de la población, puesto que las figuras femeninas que adornan este kiosco estaban a la merced de la mirada de una de las sociedades más conservadoras del país como lo era de la de la Guadalajara de aquella década.

Las críticas no solo se centraron en la desnudez de las musas, sino en la osadía de que una obra de este tipo fuese instalada a un costado de la Catedral Metropolitana.

Con el paso de los años el Kiosco de las Musas no solo fue aceptado por los tapatíos, sino que además se convirtió en un elemento de identidad, un espacio para el arte, la música o simplemente para reunirse en familia, para sentarse a su alrededor y contemplarlo mientras se alimenta a las palomas.

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